1.-MADRID, VILLA Y CORTE 1º. LA VITALIDAD DE LA CAPITAL IMPERIAL.

                        (Plano de Teixeira, Madrid 1656. Fuente: Instituo Geográfico Nacional)

En el siglo XVII hay que hablar de MADRID con letras mayúsculas, no sólo es la capital del mayor imperio y de la potencia hegemónica, sino que además es uno de los grandes centros culturales del mundo, y concretamente en el plano literario el mayor. En el Barrio de los Austrias, también denominado Barrio Literario o de las Musas, vive una concentración de genios de las letras universales pocas veces igualado (Cervantes, Lope, Calderón, Quevedo, Tirso de Molina, Alarcón). En ese pequeño espacio geográfico, surge en poco tiempo la poesía, el teatro y la novela moderna.

Madrid era la Corte de la monarquía hispánica y tiene en este Siglo de Oro una gran dualidad que la define, porque era la representación de un mundo mojigato y libertino a partes iguales. Mojigato porque era una sociedad marcada por la moral y ceremonial religiosos, y libertino porque las fiestas y diversiones populares se sucedían sinfín. Fiestas en las que se juntaban realmente todos los estamentos sociales. Se celebraban todos los acontecimientos: desde las bodas y nacimientos reales hasta las victorias militares, que en los años 20 del XVII fueron numerosas, con corridas de toros, combates de cañas (que era una simulación de los torneos medievales), carnavales, mascaradas, desfiles, y sobre todo había espectáculos de teatro todos los días.

(Juan de la Corte, «Fiesta en la Plaza Mayor», 1623. Fente: Museo de Historia de Madrid.)

(Juan de la Corte, «Fiesta en la Plaza Mayor», 1623. Fente: Museo de Historia de Madrid.)

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